viernes, 24 de enero de 2014

OPINIONES CRTICAS SOBRE LA OBRA TEATRAL DE EDILIO PEÑA

Muy interesante la obra de Peña, no solamente por el enfoque a fondo de aspectos sociales y psicológicos de la realidad del pueblo venezolano, sino porque, podríamos decir simplificando un tanto, no es una obra europea. Esto para nosotros, españoles, es comprensible porque nosotros tampoco hemos llegado nunca a ser totalmente europeos. Nosotros tenemos en nuestra cultura, desde un Goya hasta un Valle Inclán, y quizás por eso seamos más aptos para apreciar una obra como la de Peña que pone de relieve el misterio y los elementos mágicos de una realidad, lo que lo emparenta con esa corriente española que acabo de citar. Es indudablemente una obra muy auténtica y estimable. Antonio Buero Vallejo. (1977) Dramaturgo y escritor Español. Los Pájaros se Van con la muerte me sorprendió muy agradablemente por lo que tiene de raíces propias, por poner de pie problemas de la realidad venezolana con una autenticidad total. Considero importante la obra de Peña por lo que significa como proyección del teatro venezolano o si se quiere, nuestro y sudamericano. Lauro Olmos. (1977) Dramaturgo Español. Los Pájaros se van con la muerte... es un espectáculo formidable, lleno de fuerza y de interés. Conociendo como conozco yo un poco la realidad cultural venezolana y lo que juegan en esa realidad las supersticiones de diversos tipos, este es un teatro que ve esos fenómenos desde dentro en vez de ponerse a expresarlo desde fuera, con una manera de embarcar al espectador en el problema para que sienta hasta donde éste es alienante. José Monleón. (1977) Ensayista y crítico teatral. Director de la Revista Primer Acto. Los Pájaros se van con la muerte es un texto teatral tenso, teatralmente perfecto. Yo había visto lo que era una especie de alumbramiento del teatro venezolano y ahora asisto a lo que es su verdadera consagración. Nunca pensé que en tres años esa especie de superabundancia vegetal iba a florecer y dar una cosecha tan sorprendentemente buena como la que he visto. Antonio Gala. (1977) Novelista y dramaturgo Español. Estaba yo bastante defraudado cuando tuve la sorpresa de ver una pieza, que aquí pasó casi inadvertida, de un muchacho de dieciocho años, en la que no aparecía ninguna ametralladora, nunca se dijo que el imperialismo norteamericano era muy malo y, sin embargo, era profundamente antiimperialista y profundamente venezolana. Esa obra es " Resistencia ", de Peña. Creo que esta sorpresa ante la obra de Peña, por lo que al teatro latinoamericano se refiere, es comparable a la que tuve hace años ante " La noche de los Asesinos ", del cubano José Triana. Se dijo entonces que la pieza no era política; pero, con el tiempo, nos hemos dado cuenta de que sí lo era. Porque el poeta, cuando escribe, no quiere ser un hombre político, quiere ser solamente un poeta. Y cuando digo que esperaba una sorpresa en Caracas, es porque creo que el mejor teatro del mundo es hoy latinoamericano. Fernando Arrabal. (1973) Dramaturgo y novelista Español. Una maleta pintada, algunas cajas, una mesa, una silla, un maniquí: del teatro pobre que dos lámparas refinadas y dos soberbias comediantes transfiguran. Los Pájaros se van con la muerte, del venezolano Edilio Peña, tienen por lo tanto el vuelo laborioso. En un rancho de Caracas, una madre angustiada por el recuerdo de su esposo muerto en brazos de otra, obliga a su hija a encarnar el papel del desaparecido; se adivina rápido que la pieza deriva hacia lo ceremonial sadomasoquista al estilo de Las Criadas, de Genet. ¡Eso es! Si alguna vez, Peña se acerca a Jean Genet, en lo más frecuente de ese acercamiento, navega cerca de los rincones del Gran Guiñol. El ritual, a pesar de su redundancia, se desinflaría rápido si no estuviese sostenido por Josee Lefebre y Sarah Sandre, quienes, solas, merecen el regreso a este pequeño teatro; su compromiso físico, salvaje, alucinante, da a la pieza una densidad negra. Un fuego de antracita que haría incandescente lo que en el fondo no es más que un melodrama entre candelabros. “L, Express de París. (1986) El infierno ruge seguramente en el corazón de esta loca, en otro tiempo maltratada por un marido que no es ahora más que un fantasma y al cual ella maldice todavía por haberla engañado y abandonado. Pensamos en la ferocidad de Medea ante un ritual nocturno donde el horror es celebrado hasta su punto máximo, donde la sangre se escapa de la herida con una pasión salvaje, lo cual sólo nos lo proporciona, en el teatro o fuera de él, aquellos condenados que todavía están a la espera de la sentencia final, cayendo sobre ellos la prisión, más allá de la cual el sol, la luz de los hombres ya se disipa, se desvanece, como el soplo de un viento pasajeramente cruel, del cual ellos se alejan para no tener que sufrirlo más. Entonces, está loca insaciable secuestra en un rancho de un barrio de la América Latina, a la hija que le viene de ese monstruo hoy más que nunca desdentado. Vacilamos ante Josee Lefevre como una Anna Magnani y Sarah Sandre, " su hija " una especie de Silvana Mangano que está a la altura del extravío. Ninguna esperanza para ella de escaparse de su noche; es golpeada, es obligada incluso, delante de la estatua de una virgen impía, a volverse el hombre execrado, a tomar para sí las abominaciones del criminal. Se le castiga al criminal castigándola a ella. ¿La continuación? Ustedes la pueden adivinar: la alucinación creciente, la densidad de la penumbra amorosamente cincelada por la puesta en escena, sombría y barroca, de André Cazalá. Posesión y delirio. Pobreza y fiebre. Pieza dura de la cual brota lo venenoso. ¿Y cómo festejar o concluir la muerte del padre (que nunca lo estará suficientemente), sino asesinándolo de nuevo a través de su hija? Tan profundo y tan ardiente es aquí el sufrimiento, infligido y sentido, que nos resignamos a perder de vista la atrocidad de amar. Quotidien de París. (1986 ) El Chingo, es pues, una maravillosa obra sobre el travestismo psicológico y físico de dos hombres, un par de seres destruidos por sus respectivos y dolorosos pasados y angustiosos presentes, dos seres que aceptan crearse un mundo fantástico para escapar de las durezas de su cotidianidad y además satisfacer sus más íntimas necesidades humanas de afecto y sexo. No encontramos una obra similar dentro del teatro venezolano, y muy difícilmente, dentro de la misma producción dramatúrgica latinoamericana; creemos, pues, que Edilio Peña ha logrado un verdadero hito de creación. Edgar Moreno Uribe. (Crítico Teatral) El Mundo 6-10-94 - Después de la Noche del pavo real en 1996 ¿has escrito alguna otra pieza? ¿Cuál es el Leitmotiv ? Sí. Escribí Lluvia Acida sobre el mar Caribe. Es una obra que explora la descomposición familiar desde una perspectiva psicológica y social. Como característica atípica de mi estilo, hago uso de varios personajes. Anteriormente escribí otra obra, en coautoría con Rómulo Rivas, titulada El Hospedaje el Duce. Estrenada en Mérida por la Compañía Regional en 1990. Obra también de muchos personajes. Fueron obras donde intenté abrirme a otras formas de exposición dramatúrgica. La experiencia fue feliz, pero no la volveré a repetir. Prefiero seguir siendo fiel a mis acostumbradas obsesiones y estructuras. Porque creo que el escritor está movido por intereses inconsciente, a los cuales no puede escapar. - ¿Actualmente escribe algo nuevo? He terminado una novela titulada El Prisionero de la luz. Y actualmente escribo un libro de ensayo sobre el proceso de construcción del personaje, titulado Trama. Igualmente estudio la posibilidad de escribir una obra llamada el Clon, la cual te agrego su sinopsis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario